miércoles, 27 de junio de 2012

EL CUERPO SIN NOMBRE






Corría el año 1963 y la familia Montenegro estaba entusiasmada preparando la mudanza a su nueva casa. Era un nuevo pueblo, una nueva casa, unos nuevos vecinos y amigos y Dios sabe que más.

Una semana después ya con todo empaquetado y listo empezaron el viaje a Aracena, un precioso pueblo blanco al sur del país. Tras dos días de largo viaje , por fin habían llegado a su nueva casa. Una mansión preciosa y muy bien conservada del siglo pasado, con amplias estancias, suelos y techos de madera y polvo para limpiar varios días.

Las mujeres de la familia se desilusionaron al ver el aspecto interior del inmueble y fue Ramón, el padre, el encargado de animarlas. Cada uno fue eligiendo su habitación y ponien-do manos a la obra con la limpieza. Las zonas comunes quedarían para los días posteriores.

Los días iban transcurriendo con normalidad, las mañanas se dedicaban a desempaquetar cajas y colocar y las tardes eran para disfrutar un rato de ocio y distracción. Se terminaba el verano y había que ir buscando ocupación para los más pequeños de la casa Lucia, que tenía 8 años , y Javier, que tenía 11, irían al colegio del pueblo. La mayor Violeta de 18 años iba a la universidad ,a estudiar arquitectura, y Meri de 16 a un instituto próximo a la Universidad de Violeta. Ramón el padre empezaba su trabajo los primeros días del mes de septiembre ocupando el puesto de médico de Aracena.

Ya tenían todas las cajas recogidas y empezaban con las zonas comunes como biblioteca,

garaje, buhardilla y sótano. Tanto en la biblioteca como en la buhardilla era donde más estaban disfrutando los cuatro jóvenes de la familia. Eran unos grandes lectores y descu-

brierón verdaderas joyas de la literatura. En la buhardilla había apilados muebles, retratos,

prensa y revistas de los anteriores propietarios de la casa, aunque esta estancia se mantuvo así, el verano terminó y cada miembro de la familia Montenegro tuvo que empezar sus nue- vas ocupaciones.

Así transcurrieron varios meses y en las vacaciones de Navidad empezaron a ocurrir cosas extrañas a cada uno de los jóvenes de la familia. En el cuarto de Lucía crujía el suelo como si alguien anduviese . A Javier le llegaba un intenso olor a perfume de jazmín. Meri notaba una ráfaga de aire fresco como si alguien pasara a su lado. Violeta era caso aparte, ella no notaba nada pero sí se sentía observada por un retrato pintado de una joven un poco mayor que ella , bellísima, que está colgado en la biblioteca.

Nadie comentaba nada de esto por temor a que los demás pensasen que estaban un poco transtornados y cada uno seguía con esas extrañas sensaciones. Así pasaron los días hasta

que un grito de la pequeña Lucía puso a todos con los pelos de punta. Corrieron al cuarto de la pequeña y ella les contó que la ventana se había abierto sola y también las puertas del armario de la ropa. Aunque todos empezaron a buscar por fuera de la casa para encontrar una explicación, nadie encontró nada. Todo quedó igual que antes aunque Javier también encontró algo en el libro que estaba leyendo, cayó en la cuenta de que tenía palabras subrayadas y que casi al final entre las hojas había una pequeña carta, creía que era de una mujer porque aunque no iba firmada , sus trazos eran cuidadosamente delicados. Al coger la nota se dio cuenta que el olor a perfume de jazmín era más intenso, Javier leyó la carta de amor, que iba dirigida a un hombre al que le decía que se reuniría con él aquella noche a las once. Esto le hizo deducir a Javier que nunca se habían reunido ya que si no la carta no estaría allí guardada. Esto picó la curiosidad de Javier , junto con la dedicatoria del principio del libro ,las palabras que había subrayadas y la carta del final, descubrió que era una pareja de enamorados a los que no se les permitía esa relación.

El verano de ese año rebuscando en la buhardilla, en el montón de periódicos que había, descubrió una noticia en uno de ellos que también estaba subrayada . Era la muerte de una bellísima joven de una familia adinerada. Javier cayó en la cuenta de que esa mujer era la del retrato de la biblioteca y que también era la persona a la que iba dedicado el libro y era ella la que había escrito la carta a su amado. Y misterios de la vida descubrieron que ella se llamaba Isabel Aguirre pero nadie pudo descubrir quién era aquel hombre sin nombre.

3 comentarios:

  1. Lo hemos leído y está bastante bien. ¿Lo has escrito tú, no? :D

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  2. si, lo tenía guardado por mis documentos y lo he encontrado biennnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn jejjejeje :3

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    1. Ya nos lo imaginábamos jeje. Pues te ha quedado muy chulo :)

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